La escuela lanzó un concurso para promover la recolección selectiva de material reciclable entre los más pequeños. Con ello pretendían incentivar la capacidad creativa e innovadora de los alumnos y convertirlos en agentes multiplicadores de la educación ambiental promoviendo así la conciencia social y ecológica.
El concurso constaba de dos partes: la primera consistía en crear la mascota del reciclaje y la segunda en ponerle un nombre.
GPG, en su compromiso con el medio ambiente, quiso ser partícipe de esta actividad colaborando con la escuela con la donación de una bicicleta como premio para el alumno que resultase ganador en la última fase de este concurso. El nombre para la mascota que salió como ganador fue Liguixinho.